AT THE GATES OF NEGOCIUDAD

Para que una obra sea considerada de ciencia-ficción, todos entendemos que debe tener un trasfondo de realismo. Pero eso sin abandonar ese punto, recordando a Clarke, en el que la propia ciencia y la tecnología empiezan a parecerse a la magia. Cuando uno lee una novela de ciencia-ficción o ve una película, debe quedarle el regustillo de ¿podría ser esto posible? En caso contrario, es un fraude más cercano a la fantasía, pero con naves espaciales y armas láser de por medio.

Por esta razón, cuando un autor piensa en hacer una buena obra de ciencia-ficción intenta dar coherencia a su mundo de tantas formas como le sea posible, ideando descubrimientos científicos o tecnología que dan respuesta a los desafíos del entorno que está creando.

En la genial Dune, de Herbert, la respuesta a la supervivencia a un entorno tan hostil como es el desértico Arrakis la tienen los habitantes fremen del propio planeta: el destiltraje. Básicamente, es un traje que cubre todo el cuerpo salvo la cabeza (recuerda al neopreno de un buzo), y que aprovecha las excrecencias del que lo viste para convertirlas en agua potable que luego bebe por un pequeño tubito. Eso aseguraba la supervivencia de un individuo en un entorno tan seco. Si recordáis la regulera adaptación cinematográfica del 84, se os vendrá a la cabeza ese magnífico Sting, con su pelo anaranjado dando navajazos mientras está embutido en un negro destiltraje.

En esos mismos lindes, y más conocida que la película de Lynch, tenemos Mad Max 3. Le sonará a todo el mundo por la archiconocida Cúpula del Trueno y por la mediática aparición de Tina Turner. Aunque poco hay que salvar de esta película, recordamos todos que la acid queen era la dirigente de Negociudad, un emplazamiento en mitad del desierto que se sustentaba energéticamente con heces de cerdo. De hecho, todo el entramado económico se levantaba a partir de esta base, con una clase trabajadora esclavizada por un capataz muy peculiar que curraba a brazo partido en las chiqueras subterráneas de la ciudad.

Este esfuerzo por dar coherencia a un mundo imaginario por medio de la ciencia es algo que también se aplica al mundo real. No es casualidad que os haya dado esos dos ejemplos, porque estamos hablando de entornos parecidos: desérticos, hostiles, sin recursos. Si nos ponemos trágicos,  la deriva que está tomando el planeta, por qué no decirlo. Identifiquemos el problema abiertamente de una vez, porque si no, no podremos ponernos a trabajar en una solución.

Para nosotros puede sonar a fatalismo. Es más, podemos levantarnos ahora mismo y abrir el grifo del agua durante 1 hora, que no va a pasar absolutamente nada. Notaremos un incremento en la factura del agua, tal vez. Un fastidio. Pero para una persona de la seca región de Namibia, donde sus habitantes luchan (literalmente) por conseguir un vaso de agua limpia, esto puede resultar insultante. Para una persona de Kenia, donde el agua se privatiza el litro y cuesta más que el de gasolina, esto puede resultar insultante. Y podría citar decenas de casos más. No en vano, según datos de Unicef, hablamos de 2.400 millones de personas en todo el mundo incapaces de acceder a agua apta para el consumo diario.

Janicki Omni Processor, de la empresa Janicki Bioenergy, es el nombre de un asombroso cacharro que viene a ser una respuesta a estos problemas pero en el mundo real, al nivel de las obras de Herbert o Miller. Y por qué no, de darle coherencia.

La máquina es capaz de transformar las heces en agua potable. Y durante el proceso, es capaz de generar energía eléctrica. Tremendo combo. A partir de un proceso de secado de los residuos naturales se extrae el agua, que luego se depura. Los propios residuos son quemados a altas temperaturas con el objetivo de generar electricidad.

Los datos asombran: 86.000 litros de agua al día y 250kw de electricidad es lo que se proponen por ahora, lo que se necesita para abastecer a 100.000 personas. Los datos atienden a una máquina que se ha llevado a modo de prueba a Senegal, y está siendo un éxito. Ya se está planteando llevar un multiprocesador a la India, lo que puede  petarlo absolutamente. 

La verdad es que lo primero que me pregunté fue si el cacharro utilizaría petróleo para funcionar. Gasolina o algún derivado, ya sabéis. Y parece que no, que el artilugio se autoabastece porque funciona de forma mecánica por medio del vapor. Me caes bien, Janicki.

La campaña la dio a conocer el mismísimo Bill Gates hace ya un año, para buscar más inversores. Bill Gates es conocido por su filantropía, más o menos, y este es otro avance que nos presenta a ese respecto. La cuestión es ver qué puede dar de sí su presencia como inversor.

Si el multiprocesador de Janicki Bioenergy es o no una respuesta contundente al problema de la falta de recursos, que por ahora parece existir únicamente en los países en vías de desarrollo, el tiempo lo dirá. Pero sin duda es una baldosa más del camino. Ahora mismo el aparato es feo, enorme, lleno de tubos y rampas. Recuerda a una de esas máquinas/armatoste herederas de la revolución industrial que hemos visto en los dibujos animados, en la que por un lado metías la materia prima y por el otro te salía el producto procesado. Pero no olvides que el primer ordenador pesaba casi 30 toneladas y ahora lo llevas en el bolsillo, además de ser mil veces más potente.

Tal vez, poniéndonos en la piel de un autor de ciencia-ficción, algún día tengamos en nuestras casas sistemas multiprocesales implantados en el WC, que nos permitan autobastecer a nuestros hogares de agua y electricidad. ¿Eres capaz de imaginarlo?

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