10 marzo, 2016

conclusiones de cop21 parís

Es imposible que pase por alto lo ocurrido en la gala de los Oscars del domingo pasado, en una tal vez corta reflexión.

Se comentaba en la alfombra roja lo que el calor, quizás agudizado por el incipiente esmog que se derrama por Los Ángeles, estaba consiguiendo en los vestidos de las actrices. Sí, el calor, en esta época del año. Y esa era la noticia en la alfombra, curiosamente: lo fresquito del look del personal, que un sinfín de expertos en moda justificaban con el loco clima. Que si colores veraniegos (en Marzo), que si telas finas, que si mucho hombro descubierto. . .

Había cierto hype con el tema del Oscar a Mejor Actor para DiCaprio. Estaba el chiste del oso, viral en las redes sociales, estaban sus anteriores fracasos como nominado. Pero lo que nadie esperaba es que el bueno de Leonardo, sobre el que tengo que decir que nunca fue actor al que le prestara especial atención, después de agradecer el trabajo de todo el equipo responsable de la película El Renacido, soltara ni corto ni perezoso un breve discurso sobre el medio ambiente y el cambio climático.

Aplausos, Leo. El golpe de efecto es magnífico. Todo el mundo miraba atento a ver si le salía una lagrimita, a ver si hablaba sobre la polémica racial que impregnó toda la gala, a ver si se marcaba un bailecillo de alegría o incluso si mencionaba algo del maldito oso viral (que es una osa, ¿vale?). Y aprovechando el pico de atención, la palestra, que diría aquél, va y habla del cambio climático.

Cualquiera que haya visto la película, y como ya comenté en un post anterior antes de que lo dijera el propio DiCaprio, sabe que El Renacido es una película sobre la naturaleza. Poco importa el argumento, las actuaciones. Lo que importa es la forma en la que se representa la belleza de nuestro planeta. La sensación que te queda en el cuerpo es que lo que acabas de ver es algo precioso, algo casi irreal en lo que quizás, piensas, hayan metido algo de CGI porque semejantes entornos son muy difíciles de encontrar. Y sí, esa es la gran tragedia. Les ha costado una vida encontrar emplazamientos completamente nevados, con ríos de aguas cristalinas, con árboles altos y bosques frondosos en los que rodar.

Otra cosa curiosa de estos Oscars es que incluía en el paquete de nominaciones dos películas que podrían enlazarse con esta conciencia de inminente tragedia medioambiental. Mad Max, por un lado, nos muestra un futuro desértico, dentro del género de ciencia-ficción post apocalíptica. Aunque este futuro se precipita a partir de una guerra nuclear, ese mundo invadido por el desorden civil, el desequilibrio psicológico, las enfermedades, la carencia de recursos naturales, la supervivencia minuto a minuto y la falta de esperanzas es en realidad lo que podría entenderse como el resultado de la destrucción de todo nuestro entorno natural.

La esperanza aparece en la otra, The Martian. El eufemismo hecho película de estar francamente jodidos. Un astronauta que se da por muerto en un entorno hostil como lo es Marte, y que gracias a sus altas dosis de ingenio y su formación es capaz de habitar allí un buen tiempo. Y aquí va mi lectura: es capaz de terraformar el Planeta Rojo, o por lo menos la pequeña fracción de planeta en la que él vive. El mensaje, para mí, es claro: podemos vivir fuera de la Tierra. Si Matt Damon lo hizo, los demás también podemos.

Pero es un mensaje peligroso. Cierto es que estimula nuestra imaginación, o por lo menos la mía. El sueño clavado en nuestros genes de llegar más allá, más lejos, más alto. Pero cuidado, esa no es la solución. Este es el lugar del que somos, y hay que cuidarlo. La Tierra no es un juguete del Todo a 100 fabricado en condiciones de esclavismo por una adolescente china, que desechamos en cuanto se nos rompe y pagamos para conseguir otro. Hay que cuidarlo.

Tal vez vosotros podáis vivir a gusto y ser felices en un módulo de soporte vital improvisado en un planeta inhóspito. Tal vez os sintáis genial al ir a dar un paseo por los montes rocosos de Marte embutidos en vuestro traje espacial. Podría ser gracioso ver a tu perro con una escafandra y un pequeña bombonita de oxígeno sobre el lomo yendo a buscar su juguete favorito cuando se lo lances. Pero a mí me molaría más pasear entre densos bosques, escalar un salto de agua inmerso en el estruendo de la caída, ver a lo lejos una manada de oseznos juguetear entre la maleza, escuchar el aleteo de los pájaros entre las ramas. Soy más de bañarme en un río de aguas cristalinas, en una costa cuya marea no devuelva restos de plástico a la arena o en cuyas olas no floten sustancias químicas. Soy más de respirar un viento fresco que no huela a petróleo combustionado.

Y lo triste es que eso es muy difícil de conseguir hoy en día. Como el equipo de El Renacido, tienes que viajar a diferentes puntos por todo el planeta para lograrlo. Pero más triste es pensar que una vez lo tuvimos y que ahora algunos luchamos ya no por volver a tenerlo, lo cual es imposible, sino para tratar de mitigarlo. Luchamos por que nuestro entorno no continúe su deriva hacia un escenario más parecido a Mad Max.

Porque el incremento de los efectos adversos producidos por el cambio climático es un hecho irrefutable. Desde los más lógicos y puramente geográficos, como olas de calor, tormentas devastadoras o el deshielo polar, a otros que afectan directamente a la vida, como guerras por recursos, extinción de especies animales, enfermedades físicas y mentales.  

Y yo me río sarcásticamente de las medidas de la última Cumbre del Planeta (COP21), con los líderes mundiales en apariencia más preocupados por posibles atentados que por solucionar los problemas del medio ambiente. Las conclusiones, los acuerdos a favor del medio ambiente, han resultado demasiado tenues. Han tirado de calculadora y han exprimido los datos hasta hacerlos pasables. A saber:

 

  • no rebasar los 1,5 grados
  • El acuerdo adoptado es legalmente vinculante, pero no la decisión que lo acompaña ni los objetivos nacionales de reducción de emisiones. Yo aprendí en el colegio que +1 y -1 es 0.
  • Con respecto a las reducción de emisiones, 187 países de los 195 que han participado en la COP21 han entregado sus compromisos nacionales de lucha contra el cambio climático que entrarán en vigor en 2020.
  • Los países revisarán sus compromisos al alza cada 5 años.
  • Es cierto que no se han previsto sanciones, pero habrá un mecanismo transparente de seguimiento del cumplimiento para tratar de garantizar que todo el mundo hace lo prometido. También huele a chamusquina. El simple hecho de tener que elaborar ese “mecanismo” ya descubre un poco la voluntad de incumplimiento.
  • Como objetivo a largo plazo, los países buscan limitar las emisiones tan pronto como sea posible, sabiendo que esto le costará más a los países en vías de desarrollo. Se busca el equilibrio entre los gases emitidos y los que pueden ser absorbidos a partir de 2050, es decir, cero emisiones netas. Sí. Lo que hay que hacer lo tenemos claro, y hay buenas intenciones. Pero nada más.
  • El acuerdo fija que los países desarrollados deben contribuir a financiar la mitigación y la adaptación en los estados en desarrollo. Los ricos deberán movilizar un mínimo de 100.000 millones anualmente desde 2020 para apoyar la mitigación y adaptación al cambio climático en los países en desarrollo, así como revisarla al alza antes de 2025.
  • El acuerdo identifica la necesidad de poner en marcha lo que se ha llamado el Mecanismo de Pérdidas y Daños asociados a los efectos del cambio climático, que más que una medida preventiva viene a ser más una chapa compensatoria para las islas que desaparezcan y los problemas relativos a desastres ecológicos que tengan que ver con el cambio climático. Para entenderlo
  • El texto adoptado podrá ser ratificado durante un año a partir del próximo 22 de abrilDía Internacional de la Madre Tierra y para que sea efectivos será necesaria la firma de al menos 55 países. Sin mencionar a ningún político o pseudo político concreto, esta medida está un poco supeditada a que los dirigentes de los países estén por la labor.  

Como veis, el acuerdo me impide ser optimista. Está a expensas de que los líderes de países de importancia estén dispuestos a firmar su continuidad (piensa en un posible ascenso de Trump), o a que una nueva crisis mundial por la supuestamente inminente caída de China o incluso el abaratamiento del petróleo lo eche todo para atrás.

Así que epic win para el recién oscarizado al aprovechar un momento como la recogida de su premio, cuyo enorme valor mediático es muy difícil de igualar en el mundo desarrollado, para decir a los cuatro vientos que el cambio climático es real. Palabra de DiCaprio. Palabra de la Tierra.

Os dejo un vídeo descorazonador, que dice sin embargo mucha verdad.

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