Coser y cantar

Cuando leo los sobrecogedores datos económicos de algunas megaempresas del sector textil, su alcance e incidencia en la sociedad y sus precarias políticas de RSE, se me viene a la mente el mito de aquella mujer que desafió a la mismísima diosa de la sabiduría y la artesanía a un duelo de aptitud.

Cuenta la leyenda que la mismísima Atenea se presentó en casa de esta mujer disfrazada de anciana, fingiendo estar interesada por su obra, ya que las habladurías decían que se consideraba la mejor tejedora de cuantas existían. Preguntándole entonces si creía que era mejor que la diosa Atenea, la mujer no tardó en afirmarlo. La diosa, enfadada, reveló su identidad. Pero la orgullosa mortal se mantuvo firme y no se disculpó: te vencería en una competición, le dijo.

Atenea decidió no castigarla de inmediato y aceptar el desafío. Ambas se sentaron al telar y empezaron a bordar lo mejor que sabían: la diosa haciendo gala de su poder divino, y la mujer de todos los trucos que había aprendido del oficio. Aunque sus tapices resultaban similares en calidad, Atenea no pudo tolerar que las imágenes tejidas por la mortal representaran ofensas a los dioses, y empuñando su lanza rasgó el tejido. La mujer, ofendida y tratando de evitar que Atenea se diera la satisfacción de castigarla, se colgó de una viga intentando suicidarse. Sin embargo, la diosa le impidió la muerte. Por el contrario, la hizo menguar y menguar hasta que se transformó en un diminuto punto a la vista, y la dotó de numerosas manos para que no cesara de tejer, en aquél oscuro rincón, por toda la eternidad. Como habréis adivinado, la mujer no era otra que Aracne.

Las grandes firmas del sector textil, de la ropa que nos ponemos cada día, siempre han estado en el punto de mira de ONGs y grupos de denuncia por sus actividades poco claras. Mientras que algunas han sido descubiertas como explotadoras laborales, incluso contando en sus filas con niños trabajando como esclavos, otras se han visto inmersas en escándalos medioambientales de diversa índole. En este punto uno quizás piense que a la gente le da igual de dónde proceda o cómo sea el proceso de fabricación de estos artículos siempre que pueda comprarse el modelito de rigor, pero no es así. Por citar dos casos relativamente recientes y de buen impacto en la opinión pública, nombraremos las alarmantes denuncias de la bloguera Anniken Jørgensen sobre las durísimas condiciones de las fábricas textiles camboyanas, o la tragedia del derrumbe del edificio Rana Plaza de Bangladesh, en el que se cuentan casi 4.000 víctimas. Como digo, sólo dos ejemplos, pero han conseguido destapar a la opinión pública un trasfondo realmente atroz: hay gente que sufre condiciones de esclavitud en su trabajo para que tengas un fondo de armario bien nutrido.

La concienciación de los consumidores es ya una tendencia al alza en la última década, y es algo que las grandes firmas deben tener en cuenta. Ya no es cosa de unos cuantos locos visionarios, de pequeñas marcas o de campañas pasajeras. Una nueva forma de trabajar con proveedores laboralmente más saludables (aunque no tanto como sería deseable) se impone también en las grandes empresas.

Pero lo que quiero descubriros hoy no es el esfuerzo de estas grandes tejedoras por dotar de algo de sabiduría a su cadena de fabricación, en la forma en la que implementan a paso de tortuga políticas de mejora de las condiciones de sus trabajadores. Quiero hablaros de algunas empresas que han diseñado su estrategia con esas políticas de RSE como esqueleto fundamental, algunas de las que se han convertido actualmente en grandes nombres del sector.

El primer ejemplo que podemos citar es Toms, líder en el mercado del calzado. Desde su misma concepción, la empresa ha hecho válido el eslogan One for one. Así, cada vez que alguien compra un par de Toms, otro par se entrega a niños africanos en condiciones de pobreza que necesitan calzado. Toms ha crecido tanto en los últimos tiempos que ha podido permitirse el lujo de seguir desarrollando su concepto con campañas como la de Toms Roasting, donde la que por la compra de una bolsa de café se provee de agua limpia a una población necesitada, o abrir fábricas en zonas en las que la inversión privada está comprometida.

Patagonia es también un referente de integración total de la RSE en el entramado organizativo de un gigante, en este caso, de ropa y equipamiento deportivo. Por medio de auditorías intensivas constantes, Patagonia se preocupa de que sus proveedores estén atentos a las condiciones laborales de sus trabajadores para que sean óptimas. Además, buscan materias primas obtenidas de forma sostenible, con materiales incluso reciclados, y cuyo impacto medioambiental en el proceso de fabricación sea mínimo.

Atentos a la siguiente, que se os pondrán los pelos de punta: United by blue. Se trata de una marca cuyo principal objetivo es la conservación de los océanos. Así, por cada producto que vendan se comprometen, a través de organizaciones especializadas, a limpiar una libra de basura de los mares y ríos.

Y no quiero terminar sin mencionar a Project Pietá, un proyecto de fabricación de ropa hecha por encarcelados en centros penitenciarios de Perú, cuyo objetivo es el de mejorar las condiciones de los que están entre rejas, proporcionarles un oficio y facilitar por tanto su integración una vez cumplida la condena.

Echad un vistazo a sus webs para daros cuenta de que no se trata de productos de mala calidad. No es ropa mala, para entendernos. Comprarla no supone apelar a nuestra caridad.

Muchas, cada vez más empresas surgen incorporando e integrando la RSE en su esquema, y otras se suben al carro tan pronto como pueden. Ya no vale con ser competitivos, ser los mejores y los más rentables. Las empresas del textil están comprendiendo que su producto final debe ser responsable con los demás y con lo que nos rodea. Al fin y al cabo, deben buscar un producto sensato, prudente y juicio: sabio. De no tener cuidado, se convertirán en diminutas arañas, bichos que traman sus telas en rincones oscuros esperando atrapar a algún incauto desprevenido, pues la mayor parte de las personas ya habrán huido de ellas.

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1 comentario

  • Enhorabuena por tu artículo Nico. El sector textil es uno de los que más ha tardado en darse cuenta (o ha sido menos penalizado por el mercado) de las tendencias en cuanto buena praxis en relación a sus RRHH (o proveedores). Pero afortunadamente el mercado está “obligando” a este tipo de empresas a ser socialmente responsable, aunque llegado a este punto el dilema quizás sea: ¿sólo cuando las leyes de mercado asoman las empresas reaccionan? Los gobiernos nacionales e instituciones internacionales evidencian su escaso interés en este sentido, o peor aún, su consentimiento.

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