Los antiguos mayas, una de las civilizaciones más importantes de la historia de la humanidad, cuyo apogeo fue anterior a la llegada de Colón, son tristemente conocidos en la actualidad porque se les supone una serie de artes adivinatorias, que en el imaginario colectivo resultan en un potaje de astrología, matemáticas y teología que es capaz de realizar predicciones con siglos de antelación. Y sin embargo, si nos calzamos las botas de la fantasía podríamos decir, con cierta ironía, que no pudieron predecir su propio destino fatal.
Los mayas desarrollaban una agricultura conocida como “de roza y quema”. Lo que hacían era quemar una parte de la selva para desnudarla de vegetación, y en la nueva tierra de cultivo araban sus campos con las cenizas de lo que habían quemado actuando como fertilizante. Hoy es sabido que este sistema, muy útil a corto plazo, cambia radicalmente el entorno. Además de la lógica deforestación paulatina, el uso de las llamas provoca un colapso de la tierra fértil imposible de recuperar.
Ovnis, cometas que caen del cielo, fines del mundo y hasta viajes espaciotemporales al descubrir arcanos artefactos secretos perdidos en el tiempo son teorías sobre la desaparición de los mayas que yo mismo he escuchado, no sin tener que acomodarme varias veces en el asiento víctima de una desconcertante inquietud. Quizás porque el ovni es más mediático que la exmujer de un torero, preferimos pensar que los marcianos abducieron a los mayas y se los llevaron para siempre, pero cualquiera que analice un poco los hechos desde un punto quizás menos divertido pero sí ataviado de realidad, cae en la cuenta de que semejante actividad agrícola era demasiado inestable para sostener tamaña civilización. Una sequía, una plaga y una consecuente hambruna, e incluso una posible revuelta ciudadana causa de todo lo anterior, son teorías mucho más factibles para explicar que las grandiosas ciudades mayas fueran engullidas por la selva y apartadas momentáneamente del lugar que debieron ocupar en la historia.
Muchos expertos sitúan 2015 como un año crítico para el desarrollo de la economía verde. Está claro que las evidencias de un planeta que deriva por los mares del cambio climático hacen que cada año sea más importante que el anterior, pero 2015 es especial. Se aprecia un crecimiento del interés de los consumidores por las energías renovables y las tecnologías limpias, lo que es capaz de impulsar un movimiento verde en las empresas. Por otra parte, la incertidumbre del complejo mercado petrolífero continúa en ascenso, como lo hace la búsqueda de nuevas fuentes de energía. Además, muchos esperamos los resultados de lo que acontecerá en la XXI Conferencia sobre el Cambio Climático que se celebrará en París este año. No sería del todo inexacto decir que de esta conferencia se espera el impulso definitivo de la economía verde a escala global, o el fracaso estrepitoso de la misma hacia una serie de acuerdos unilaterales poco beneficiosos.
En este marco, conviene tener en cuenta ciertos puntos de interés sobre la marcha de la economía verde, que bien podrían tratarse de predicciones. Y ojo, nosotros no tenemos un calendario tzolkiniano con supuestas aptitudes mágicas para la predicción, pero seguramente somos capaces de entender qué es lo que está pasando y qué repercusión será capaz de tener esta manera de hacer las cosas, para no resultar siendo una civilización que desapareció misteriosamente. Tener en cuenta estos puntos de cara a este 2015 en el que ya estamos sumergidos, puede suponer una ventaja en nuestra actividad económica fundamental:
- Se superarán los récords en energías renovables. Esto es una tendencia que va en aumento año a año, mes a mes. No sólo el poder y la presencia de las energías renovables es mayor, sino que la dedicación en investigación científica se incrementa y da sus frutos. Los científicos están consiguiendo importantes avances en la eficiencia de estas energías, que implican un gasto mucho menor al implementarse.
- Habrá un incremento de la inversión en términos verdes. Nunca antes se había podido ver un interés tan generalizado por invertir en las energías verdes. Los exhorbitantes precios del petróleo probablemente contribuyan a que los grandes inversores busquen medidas alternativas más rentables, pero no podemos olvidar que incluso el ciudadano de a pie, gracias a las posibilidades que ofrece el crowdfunding, es capaz de invertir en ellas.
- Terminará la temporada inaugural de Fórmula E. Para los puristas una aberración, pero el hecho de que una organización como la FIA, que mueve tantísimo dinero y utiliza el combustible que utiliza, sea partícipe de este evento, es un síntoma a tener en cuenta. No sólo podrá evaluarse el rendimiento y la madurez tecnológica de los coches eléctricos, sino su repercusión mediática a niveles de inversión económica.
- Se fortalecerán las leyes verdes. Obama siempre ha sido un defensor de las energías verdes, y que sea el presidente de uno de los países más importantes del mundo en términos económicos siempre es importante. 2015 supone el último año de su mandato y muchos presuponen una radicalización de sus políticas, lo que en el ámbito ecológico será más que positivo.
- Los parques eólicos incrementarán su presencia. De todas las renovables, la energía eólica es la que está protagonizando el mayor progreso tecnológico, con el desarrollo de nuevas turbinas que producen mucha más electricidad a un coste más bajo, para poder abastecer regiones más grandes.
- Las empresas se comprometerán más con la acción climática. Esta también es una tendencia al alza, que seguirá esa trayectoria en 2015. Grandes como Ikea, Unilever, Nestlé, Siemens y muchos más, ya están adoptando políticas de utilización de tecnologías limpias. Está claro que no sólo hay que adaptarse a un consumidor que premia las acciones verdes, además de reducir costes de producción, sino que tu empresa participe en este tipo de acciones es algo que la positiva y diferencia con respecto a las demás.
- Se construirán más edificios verdes. Las políticas de eficiencia energética aplicadas a la construcción de nuestros hogares han conseguido normalizar la industria en esa dirección, incluso desarrollándose por cuenta propia. Veremos nuevas formas de evitar la pérdida de calor de las casas, electrodomésticos que consumen menos electricidad y otros avances tecnológicos para que nuestro hogar sea más verde.
La verdad es que me gustaría que hubiera un octavo punto, pero ésa es la predicción que no puede hacerse con seguridad. Lo que sucederá en Diciembre, en la Conferencia de París, es un auténtico misterio, aunque los más optimistas apelan a que el buen juicio de las mayores economías mundiales se impondrá hacia un marco de economía verde. Pese a las diferencias irreconciliables sobre responsabilidades históricas en emisiones contaminantes y tiranteces varias, muchos somos los que esperamos que la Conferencia de París de 2015 sea el florecimiento de esta nueva forma de economía.
Mientras ellos deciden, admitiendo estas predicciones o no, nuestro papel es fundamental. Sólo nosotros podemos contribuir a que las cosas cambien.