El pasado 30 de Abril, Elon Musk presentó al mercado las baterías Tesla, que a grandes rasgos suponen un paso de gigante en el mundo energético. Hasta ahora, el gran problema de los dispositivos preparados para la obtención de energía verde había sido el almacenamiento de esa energía. En otras palabras y simplificando el concepto, hay energía solar cuando hace sol, hay energía eólica cuando hace viento. Las nuevas baterías vienen a solucionar este problema, permitiendo guardar la energía que se genera por medio de estos elementos para poder usarlos en cualquier momento.
Basadas en la tecnología actual de las baterías de nuestros teléfonos móviles o nuestros ordenadores portátiles, pero mejorando sus prestaciones (pej. no se calientan rápidamente con los problemas que ello puede ocasionar), las Tesla son capaces de abastecer una oficina o una casa con una pequeña inversión por parte del usuario de unos 3.500 dólares. Sin duda, abren un camino que hasta ahora había sido un sueño utópico: autoabastecimiento y energía limpia.
Queremos el titular. Queremos decir que la revolución energética ha llegado. La postura que adopten los gobiernos y las grandes empresas energéticas será fundamental, pero la posibilidad es ya un hecho. Tan sólo por la repercusión que ha tenido la noticia, se adivina un futuro muy diferente al actual, con una industria energética rediseñada, distinta a como la conocemos hoy en día.
Su creador, Elon Musk, ha querido subrayar que estas baterías son perfectas para comunidades en situación de precariedad energética, como países en vías de desarrollo, empobrecidos, o difíciles de implantar en una red eléctrica a gran escala por su localización, orografía, etc.
Lleguen o no a distribuirse en masa, las baterías Tesla suponen el punto de partida hacia el cambio que todos estábamos esperando, que nos aleja de la explotación destructiva del medio ambiente para obtener recursos energéticos, y nos dirige hacia un aprovechamiento de nuestros recursos naturales más eficaz, inofensivo e inteligente.