Decía un amigo marciano, o murciano, no estoy seguro, que al planeta le trae sin cuidado qué fronteras dibujen los seres humanos sobre los mapas, de qué color las pinten y quién reparta estopa o quién la reciba. Le da igual quién tenga la razón, quién esté dispuesto a dialogar y quién no.
Los últimos estudios del Earth Observatory de la NASA sentencian que, de mantenerse la tasa de deforestación, en la Tierra nos quedaremos sin selvas tropicales en 100 años. Sus principales conclusiones son las que ofrecen como solución la mejora de las condiciones de vida y económicas de las personas en situación de pobreza que viven en los países en contacto con esos espacios forestales. El vínculo entre deforestación y pobreza, por si te lo estás preguntando, es la industria alimenticia. Según FERN, el 70% de las muertes de nuestros bosques están vinculadas con la producción agrícola. ¿Que la gente tiene que comer, dices? Si no se tirara directamente a la basura una tercera parte de la comida que se produce, te valdría el argumento.
Sirva a modo de reflexión, la separación de la sociedad, del mundo, en clases, resulta que no es sólo un acto de injusticia social, sino que trae consecuencias a nivel planetario. Wow.
En el número uno de cultivos dañinos para el planeta, está el aceite de palma. Producen 7 veces más aceite que un cultivo de girasoles, por ejemplo. Pero dejémoslo. Ya he hablado sobre su producción en Goodbye, Mr. Burns profusamente, y no voy a repetirme. Sólo diré, a modo de recordatorio, que se calcula que aproximadamente el 50% de los productos de nuestra cesta de la compra contienen aceite de palma.
Desde aquel artículo, que hacía referencia al genial documental de DiCaprio, mucho se ha tratado el tema en diferentes medios de comunicación. La gente empezó a preguntarse qué era eso del aceite de palma, cómo de dañino podía resultar y cómo de gordos iban a ponerse. Lo de la deforestación, ya tal. Pero el caso es que, aunque sea por el bien de la estética y la salud, la cruzada contra el aceite de palma se levantó.
Empresas como Nestlé, Abengoa o Unilever cerraron negociaciones con Sinar Mas, gran exportadora del producto en Indonesia y gran potencia deforestadora. Más cerca de nosotros, Mercadona, Lidl, El Corte Inglés o Carrefour, han elaborado sellos que anuncian el uso de aceite de girasol en lugar de palma (seguro que te has fijado), y se trabaja en la creación de un sello parecido al FSC, pero con este producto.
La pregunta es, ¿cómo de sostenible es realmente ese aceite? ¿Son válidos los sellos, o una simple medida de greenwashing?
Para empezar, hay que tener en cuenta que los perjuicios para la salud te los comes igual. Enfermedades cardiovasculares, colesterol, cáncer, etc. Para seguir, vamos a analizar los diferentes sellos que hay en el mercado.
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Sin sello: Hay muchos productos que incluyen en su lista de ingredientes aceite de palma ecológico o de cultivo sostenible. La pregunta rápida es: ¿las etiquetas de los productos alimenticios siempre dicen la verdad? La respuesta rápida es: sólo cuando están obligados a hacerlo. ¿Están obligados entonces a que el aceite de palma sea sostenible? Pues no, así que ya tienes tu respuesta. Si no hay sello, no hay garantías. Y ya veremos si el sello supone una garantía. . .
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RSPO (Roundtable on Sustainable Palm Oil): Creada por productores, gobiernos y sociedad civil. Actualmente supera los 550 miembros, si bien ser miembro no significa que la trazabilidad del aceite suponga que sea 100% sostenible. Lo único que declara este sello, creado en 2004, es que los miembros van a utilizar todos sus esfuerzos para cambiarlo. Con todo, el sello garantiza la no destrucción de la selva, pero no impide la tala de árboles. No, si yo tampoco lo entiendo. . .
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Certificado Europeo de Producción Orgánica: En Abril de este año, el Parlamento Europeo aprobó una resolución para establecer un certificado que garantice que todo el aceite de palma que entre en la UE lo haga proveniente de cultivos sostenibles. Hoy en día, Bruselas calcula que cerca del 50% del aceite que entra arrasa suelo tropical. La resolución va a poner énfasis en la trazabilidad, en la revisión de aduanas y en los costes. Hasta que todas estas medidas se hagan efectivas, este sello no vale para nada.
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Palm Done Right: Esta iniciativa parece ir por el buen camino. Asegura que es capaz de producir aceite de palma sin un refinamiento nocivo, que es capaz de plantar cultivos con poca rotación y usando fertilizantes naturales, y encima es justo con los agricultores. Además, sigue los estándares de Rainforest Alliance, USDA Organic y Fair for Life para todos sus movimientos. Promete de todo, aunque todavía no abarcan lo suficiente, porque están creciendo. Habrá que seguirles la pista.
La conclusión es más que evidente, y es lo que Greenpeace viene denunciando desde hace unos años: no hay ningún certificado de aceite de palma que asegure la no deforestación.
Nada, que en 100 años nos quedamos sin árboles.