Muchas veces nos preguntamos qué es lo que hace que una empresa sea realmente positiva para la sociedad. Aquí me he cansado de escribir que lo de hacer campañas-barra-lavados de cara para luego completar una memoria RSE está bien para el postureo casposo, pero que más bien se necesita que la RSE esté integrada en la empresa.
Entiendo que la propia frase genera sus dudas: ¿Cómo es eso de integrada? ¿A qué me refiero exactamente? En realidad siempre he intentado contarlo con ejemplos, hablando de empresas que se acercan mucho a lo que digo, o cuya acción repercute directamente de manera positiva en sectores como el medio ambiente, por ejemplo. Pero es verdad que hay que buscar bien, hay que hacer búsquedas muy selectivas para encontrar buenos candidatos, o lo que es peor, tirar de la suerte y que alguien te hable de tal empresa que hace tal cosa.
Por ejemplo, si quisiéramos sacar adelante un proyecto cualquiera en el que necesitáramos la intervención de otras empresas, y nos interesa que todo el proceso cumpliera los principios de la RSE o la sostenibilidad, ¿cómo sabríamos con qué empresas trabajar?
En España existe la Certificación SGE 21 de Forética, que tal vez puede ayudarnos a centralizar las búsquedas. Está claro que Forética es una asociación de empresas y profesionales muy preocupada por la responsabilidad social (adoro su trabajo), y que esta certificación ayuda a extender la visión de la RSE en el sistema empresarial de nuestro país, pero creo que no nos debemos quedar aquí. Hay que ir más allá. Bajo un mismo sello no pueden convivir empresas como Bankia con empresas como Etsy o TOMS, organizaciones que han nacido para solucionar problemas sociales y medioambientales, no son lo mismo.
Buscando algo que pudiera ayudarnos a distinguir a las empresas que molan de las que dicen que molan, me topé con B. Corp. Para empezar con datos, diré que el Certificado B.Corp, de origen americano, acoge a 1.577 empresas en 42 países distintos y en 130 campos empresariales diferentes.
Todo empezó con la fundación, en 2006, de B Lab, una organización no lucrativa cuya filosofía os sonará: impulsar un cambio cultural que redefina los parámetros del éxito en los negocios. Yo no podría explicarlo mejor. Al administrar el certificado B. Corp (Empresa B), su pretensión era y sigue siendo, ser para los negocios como el sello del Comercio Justo que encontramos en los productos alimentarios: una señal reconocible que te asegura que las cosas se hacen bien.
La idea de Jay Coen Gilbert, su presidente, es muy sencilla: “Queremos que todas las empresas midan y administren su impacto”. Con esa pequeña gran premisa, y desde un pueblito de Filadelfia, han crecido exponencialmente. Empresas como Ben & Jerry, Change.org, Seventh Generation y Good Worldwide ya tienen el B. Corp. Es cierto que la mayoría de las empresas son de tamaño medio o pequeño, pero las grandes compañías, como Danone, ya están mostrando interés.
Pero ¿qué es lo que hace el B. Corp tan codiciado? ¿Por qué es tan fiable? B Lab ha diseñado rigurosos estándares de responsabilidad social y ambiental, además de transparencia. Estudian a las empresas candidatas evaluando parámetros como su acción energética, su gestión de residuos, el uso de recursos naturales como el agua, la diversidad, la compensación de los trabajadores y la transparencia. Después de esta evaluación, la puntuación mínima comprobada que debe obtener una empresa es 80 sobre un máximo de 200. Tal vez no suene ni a la mitad, pero la propia B. Lab afirma que la nota media de las empresas es de 53.
Una vez que han pasado por la evaluación, la empresa tiene uno o dos años para tomar las medidas oportunas que inclinen sus pasos a obtener el certificado. Uno de los cambios más significativo es la modificación de los estatutos para introducir los intereses de la comunidad, medio ambiente y trabajadores en la misión de la empresa.
Los beneficios del B. Corp son evidentes para el común de los mortales, pero las propias empresas también ganan su parte (además de la lógica puesta en valor de su carácter innovador social). De alguna forma, aunque parece que esa no era la intención inicial, se ha establecido contacto entre todas las empresas que disponen del certificado en una especie de Mega Hub mundial que me parece, sinceramente, flipante.
¿Y España qué?, preguntaréis. Pues qué os voy a contar, lo mismo de siempre: poco. En realidad, ya en Europa está poco extendido. Por hablar de datos, en España hablamos de 8 empresas que ostentan el certificado, frente a las más de 70 en el resto de Europa.
Al ser una certificación americana, queda mucho camino por recorrer, los ecosistemas empresariales y legislaciones mercantiles son netamente diferentes. Muy poca gente fuera del sector reconoce el sello, por lo que hace falta un impulso mediático potente para que eso cambie. La propia B Lab tiene en proyecto hacer una campaña fuerte este 2016, pero está claro que hasta que un player importante no ponga en valor la certificación, el gran público apenas la conocerá.
Y si no, oye, que lean Goodbye, Mr. Burns para que estén al día. Desde esta humilde bitácora os cuento cómo se va fraguando el futuro empresarial más allá de la RSE. Y lo que mola.