“TODO CAMBIO SOCIAL SOSTENIBLE DEBE VENIR DESDE ABAJO”
En posts pasados os he hablado sobre la inspiradora presencia de empresas de corte social en España, concretamente en Cataluña y Barcelona. Uno de estos faros que iluminan el camino a seguir es Dona Kolors, que os presenté muy brevemente. Hoy os traigo la interesantísima entrevista que les hicimos, concretamente a Danielle Pellikaan, directora del proyecto Dona Kolors. La verdad es que da gusto hablar con personas de nuestro rollete que hablen claro y digan las cosas como son. Ahí va:
Goodbye, Mr.Burns. La primera pregunta es obligada. ¿Cómo surge el proyecto?
DONNA KOLORS. Es verdad que en España me sorprendió la poca actividad con respecto a iniciativas sociales. Yo he vivido y trabajado en Londres, donde hay mucha presencia de este tipo de empresas, así como en EEUU y prácticamente en todas partes. Así que cuando llegué a El Lloc de la Dona tuve que crear mi propio trabajo. Dependían de fondos públicos, que básicamente te dicen cómo tienes que hacer el trabajo. Para salirnos de ahí aproveché unos cursos de costura que estaban impartiendo y se me ocurrió poner a la venta una pequeña parte de su producción. Aunque la calidad no tenía nada que ver con la actual, las prendas se vendieron todas. Molaba el concepto, y la respuesta fue muy interesante. A partir de ahí, decidimos crear un proyecto expandiendo los cursos, y poco a poco empezar a vender más productos. Primero en mercadillos, pero luego dando el salto lanzando la marca Dona Kolors.
GbMB. ¿Cómo conseguisteis romper el muro que muchas veces pone el Patronato cuando le hablas de empresa social?
DK. Tuvimos la suerte de que nuestra directora tenía la mente muy abierta, así que apostó por el proyecto, casi escondiéndolo, hasta que despegó y tuvo mucho éxito. Los contactos con el Ayuntamiento y la Generalitat eran muy buenos, así que nos permitieron exponer en algunas tiendas de museos gestionados por ellos. Tener una entidad fuerte detrás como es El Lloc de la Dona nos ayudó mucho. También es cierto que el hecho de que la actividad fuera una extensión de los propios cursos ayudó, pues aparte del gasto de material, tampoco suponía un esfuerzo económico considerable. También gracias a la Cooperativa Impulsem, que nos dieron un espacio equipado. Digamos que todo el trabajo realizado por la entidad durante 30 años nos dio la capacidad de dar el salto.
GbMB. ¿Toda la generación de la marca la hicisteis in house?
DK. Bueno, in house pero también con la ayuda de expertos. Este proyecto siempre ha tenido la suerte de que en momentos claves, voluntarios se han ofrecido para ayudarnos. Por ejemplo, una chica, cuando empezábamos, se ofreció a hacernos toda la web. También nos crearon el logo, tipografía, etc. Y Aina Clotet, amiga mía, se prestó a ser la cara de Dona Kolors. Para una campaña de marketing, estas cosas son fundamentales y hacen que todo sea más fácil.
GbMB. A nivel institucional, todo muy bien. Pero ¿y las chicas? ¿Cómo ven Dona Kolors?
DK. La respuesta en las chicas fue fabulosa. Les encanta trabajar con las manos. Además, se reúnen a coser, están en grupo, con la música puesta. No es lo mismo que estar limpiando o cuidando a una persona mayor. Mientras que otras empresas parecidas, de las que ya hemos hablado, ponen énfasis en quién lo ha hecho, nosotros no queremos revelar la identidad de las chicas. Así que, basándonos en los perfiles que tenemos, inventamos nombres y en lugar de fotos ponemos dibujos de ellas. A cada dibujo le damos la personalidad necesaria no contando su historia, que normalmente es algo triste, sino contando sus metas y objetivos. Tratando de lanzar un mensaje positivo, que en realidad es nuestro enfoque de las cosas.
GbMB.¿Cómo ha sido el desarrollo desde esa primera producción hasta ahora?
DK. A partir de los cursos abrimos un taller aquí con tres trabajadoras. Una jefa de taller y dos costureras. Empezamos con la marca propia, tema africano, y poco a poco pasamos de vender lo nuestro en enlaces muy concretos (tiendas de museos, tiendas locales) a que responsables de otras marcas se enteraran de la existencia de nuestro taller. Llegó entonces la demanda de servicios para terceros. Como ya teníamos un stock suficiente de nuestros productos, y teniendo la capacidad productiva que teníamos, podíamos empezar a coger encargos para otras empresas. Luego la demanda fue tan alta que tuvimos que seleccionar un poco los clientes que nos interesaban para poder tener un buen volumen de producción manteniendo nuestra eficiencia. Al mismo tiempo, entramos en el programa de emprendimiento social de La Caixa, cosa que consiguió darnos visibilidad. La demanda externa nos brindó otra oportunidad, creando un catálogo de productos de marca blanca con el que podemos presentarnos a nuevos clientes.
GbMB. Pero más allá de la marca blanca, ¿vuestra marca se ha desarrollado bien?
DK. Sí. Cada vez estamos consiguiendo más puntos de venta, incluso fuera de Barcelona. Siempre hemos trabajado con diseñadores freelance. Pero viendo el feedback que recibíamos del mercado, empezamos a trabajar por colección por temporada. A partir del año pasado nos dimos cuenta de que hay unos puntos de venta más calientes que en algún momento dejaron de comprar por la ausencia de innovación en cuanto a producto y colección. Así que pasamos a incorporar colecciones, también para poder escapar de un tono tan étnico, con colores un poco menos explosivos. Eso también nos ha permitido abrirnos a un mercado más nórdico, donde el consumidor está más concienciado con este tipo de enfoque social y seguramente la respuesta sea mejor.
GbMB. Has hablado de un target nórdico, aprovechando el nuevo tono de vuestras colecciones. Pero en España, ¿hay planteamiento de seguir creciendo? Madrid, País Vasco, Valencia.
DK. Sí. Actualmente estamos buscando un comercial que pueda viajar entre los diferentes puntos de nuestra geografía, y en conversaciones con una agencia de Madrid para ver si nos podría representar.
GbMB. ¿Empresas parecidas a vuestro enfoque en este país?
DK. A puntadas, en Murcia. Tiene un perfil de chicas un poco más fácil que el nuestro, es decir, que no hay tanta irregularidad. Tienen un taller interesante, de unas 35 personas, y trabajan sobre todo para marca blanca, aunque tienen también su propia marca.
En cuanto a textil, es la única que conozco.
GbMB. ¿Alguna empresa referencia?
DK. Como referencia pienso en Iou Project, a los que conocí en el evento unreasonable institute. Sobre todo me gusta su manera de comunicar, aunque nosotros particularmente tenemos que proteger la identidad de las chicas. Pero sí que en cuanto a transparencia, en cuanto al concepto de nuestro valor añadido, es bastante similar.
Otro proyecto que me encanta es el de los turcos de Çöp(m)adam, cuya traducción viene a ser “chica basura”. Utilizan materiales de desecho como las cápsulas de leche de Nestlé que tienen defectos de fábrica, y trabajan con mujeres de lugares remotos que por su cultura apenas pueden salir de casa. Lanzan propuestas sobre lo que se puede hacer con el material, las mujeres reciben el paquete con él y empiezan la fabricación del producto. También se reúnen en talleres con más mujeres, aunque a veces hay problemas de corte cultural, porque los hombres no ven con buenos ojos tales reuniones.
GbMB. ¿Qué condiciones creéis que reúne Barcelona para que sea un lugar donde abunda la empresa social, con respecto a otros lugares de España?
DK. Es una ciudad muy cosmopolita, con gente de muchos lugares del mundo. Son personas que han viajado, han visto mundo y tienen la mente más abierta. Supongo que esa es una de las razones por las que tienen ganas de hacer cosas así. Como facilidades, no sé cómo está la cosa en otros sitios, pero es verdad que aquí el Ayuntamiento te ayuda un poquito, no se cierra en banda. Iniciativas como la de LaCaixa, ESADE, escuelas de negocios, etc., que buscan responder también a una demanda mundial. El emprendimiento social está cada vez más en la agenda.
GbMB. Hablas de instituciones que se comportan tal vez como poderes fácticos, desde arriba. Pero hay estudios sociológicos que hablan también del Botton link, es decir, que el cambio viene desde abajo, de los barrios y las personas de baja escala social que empujan a las instituciones a cambiar. ¿Notáis eso aquí?
DK. Tienes toda la razón. Todo cambio social, para ser sostenible, tiene que venir desde abajo. Tiene que ser un cambio que no se impone. Es un poco la mezcla de todo. Sí que hay un ecosistema que va cimentando este tipo de cultura, pero también hay un espíritu emprendedor que lo edifica e instituciones que lo respaldan y ayudan. Igual ha empezado desde abajo, pero también los de arriba han permitido el florecimiento.
A nivel político, nuestra alcaldesa es casi una activista social. Puedes estar de acuerdo o no con su programa, pero al final es lo que es. Es la vía que está siguiendo. Y su presencia al final es una respuesta de la gente, porque le hemos votado.
GbMB. Una constante en GoodbyeMr.Burns son los posts sobre la industria textil, que casi cada mes revela datos a cual más escabroso. Decías que muchas empresas os contactan para trabajar con vosotras. Mi pregunta es ¿por qué? ¿qué buscan en Dona Kolors?
DK. Lo que nos cuentan es que hay mucha gente desilusionada con el sector textil-moda. Trabajar con China, Bangladesh, etc, resulta difícil (calidades, tiempos de entrega) y las condiciones laborales de sus trabajadores ya es algo que a poca gente se le escapa. Y no gusta. La crisis ha ayudado a que la gente mire más su entorno. Es verdad que muchos compran en cadenas de bajo coste como Primark, pero también se mira al vecino que vive cerca de su casa y necesita ayuda. Así que se valora mucho más la producción local, saber quién lo ha hecho, cómo lo ha hecho, los materiales, etc. Y eso en varios sectores. Es un cambio general. Se busca la proximidad. La tendencia de la moda ética, la moda ecológica, se impone. Añadir el valor social te diferencia y creemos que dentro de poco será un must.
GbMB. Por mi experiencia profesional, cuando a una ONG o una empresa le hablas de valor social, te miran con cara rara, como si les engañaras. Digamos que piensan que quieres que vendan humo.
DK. También es verdad que hay mucho humo en este sector. Algunos se ponen el sello de social y luego vete a saber. Aunque somos optimistas. Es un camino que acaba de empezar. Hace 4 años esto a nadie le importaba, y ahora se está posicionando cada vez con más fuerza. Hablo de España, claro, pero recordemos que todo lo que se haga fuera de España acaba llegando aquí años después (risas). Es una tendencia al alza. Que ya se vea en los supermercados, es una evidencia. Aunque para que sea algo mainstream, queda mucho camino.
GbMB. Y a nivel toda España, ¿cómo veis el desarrollo de este tipo de negocio? ¿Lo tienen los políticos en agenda? ¿Hay muchas trabas?
DK. No lo sé bien, pero supongo que es súper duro. Si empiezas de cero, es muy difícil. Hay herramientas como el Centro de Trabajo Especial y Empresa de Inserción, pero son muy limitados. Falta una forma jurídica que respalde este modelo. La legislación está anticuada. Las leyes no favorecen estos proyectos. En esto, EEUU, Inglaterra, Alemania, etc., tienen una figura jurídica que funciona desde hace años que aquí no se importa.
GbMB. Y en otros países, ¿por qué funciona? Dame ejemplos.
DK. Desde incluso los municipios hay iniciativas. Colaboran activamente desde la política. Por ejemplo, si construyen un centro deportivo o una escuela, ya son eficientes energéticamente, tienen ventilación natural o cosas simples como sensores que activan las luces si hay mucha luz natural. Dentro de la legislación, esto está estipulado, así que se buscarán empresas que desarrollen este tipo de actividad. Si el Estado no predica con el ejemplo, poco hay que hacer. Porque podríamos hasta decir que si tú estás dando trabajo a este tipo de empresas, además de permitirles desarrollarse, estás creando la imagen para la competencia de que hay que incorporar este tipo de actividades a tu modelo de negocio o te quedas fuera.
GbMB. Cuéntame algo sobre el futuro de Dona Kolors.
DK. En la empresa social hay que mirar siempre los netos. Los gastos fijos hay que tenerlos siempre muy en cuenta. A veces me pregunto, ¿por qué no habremos hecho una empresa de servicios? (risas). Es mucho más fácil para empezar: según lo que haces, cobras. Aquí, a final de año tenemos unos gastos fijos que afrontar brutales. Llevamos ya más de 3 años y todavía no hemos sido capaces de encontrar el punto de equilibrio. No somos realmente rentables. Debemos ampliar el taller, aumentar el personal y la producción. Hemos arrancado y tenemos mucho feedback positivo, y hemos alcanzado ese punto en el que tenemos que empezar a funcionar como marca, irrumpir en la industria pura, sin tirar de favores o de ser puramente social. Esto es jugar en otra liga, y somos conscientes. Esperamos conseguirlo.