De vez en cuando es aconsejable hacer un sondeo por la red y descubrir empresas e iniciativas que lo petan en innovación social. La verdad es que mientras más cosas encuentro, más me dejo seducir por una corriente que me devuelve la fe en el ser humano.
Soy consciente de que tanto hablar de esto me hace parecer una especie de predicador preapocalíptico, pero no con pintas de vagabundo esquizofrénico, sino de empresario snobista. Parece que soy un profeta del nuevo advenimiento industrial, un gurú de lo que está por venir, un charlatán que vende humo o incluso un tonto, sin más.
Voy a dejaros una pequeña píldora de cinco ideas geniales con las que entenderéis por qué diablos pierdo el culo por esto, y por qué considero que es la respuesta y la manera de influir positivamente en el mundo. Innovación social or nothing, my friend.
LELO Hex condoms
Tras siete años de investigación y producción, la empresa de juguetes eróticos LELO ha sacado al mercado un rediseño de los preservativos sorprendente. Como material de fabricación, el látex tiene ciertos límites. Por ejemplo, el grosor del condón, que afecta directamente a la sensibilidad, no puede disminuirse demasiado por cuestiones de integridad. Para que os hagáis una idea, la gama ultra sensitiva tiene un grosor aproximado de 0,04mm, y ya en el prospecto que viene en la caja se advierte de que hay que tener cuidadito y no ponerse bravos. Elementos como una alta fricción como cuando uno practica sexo anal o cuando el conducto no está bien lubricado, pueden romper el invento. Y luego vienen los llantos.
Lo que ha hecho esta gente es preocuparse de la estructura misma del condón, no del material. Fijándose en cómo estaban construidos los puentes o los tejados, los ingenieros de LELO han implementado una estructura hexagonal a la que el látex responde de forma increíble, y han conseguido que un grosor de 0,045mm, la medida del ultra sensitivo, sea ultra resistente.
A menos que seas un fundamentalista religioso neotemplario muérete-por-favor, hablar de los beneficios sociales de estos chismes no es algo nuevo. Todos los conocemos. Pero si aparece un producto que mejora las posibilidades de evitar enfermedades de transmisión sexual (alrededor de 1 millón de personas se infectan de este tipo de enfermedades al día), o embarazos indeseados (se calcula que el 49% de los embarazos no son planificados en EEUU), bienvenido sea. ¡Muy bienvenido!
Poppits Pods
Maldita sea, qué buena idea. Simple hasta decir basta, pero genial al fin y al cabo. Vemos en los anuncios de pasta de dientes cómo los actores aprietan el tubo con ímpetu para cargar el cepillo con una bien nutrida onda de colorines, justo antes de metérselo en la boca enarbolando la mejor de sus sonrisas. Poppits Toothpaste Pods reinventa el proceso: elimina la pasta, elimina el tubo de dentífrico. Han creado unas grageas similares en apariencia a las cápsulas de detergente que metemos en la lavadora. Nos las metemos en la boca, las mordemos, y ya tenemos todo listo para usar el cepillo. El revestimiento de las grageas está fabricado en una celulosa de origen vegetal que se disuelve en la boca, y la pasta está libre de flúor, aunque la empresa no descarta producir una gama especial con flúor en el futuro.
¿Por qué digo que es una buena idea? No sólo porque eliminamos el desperdicio de pasta, la solidificación en el tubo, que se nos aplaste el tubo en la maleta y la líe parda, o la costra que se forma en todos los componentes del aseo bucal. Porque, mucho más importante, eliminamos el recipiente. Se calcula que un tubo de pasta dentífrica es capaz de permanecer con nosotros como residuo 500 años. Aproximandamente durante el nacimiento de tu tátara-tátara-tátara-tátara-nieto. Ya hemos visto otras veces en Goodbye, Mr.Burns pequeños productos cotidianos capaces de aniquilar un ecosistema cuando terminan su vida útil, y los tubos de pasta de dientes son uno de ellos. Ésta es la razón por la que Poppits Pods son un grandísima idea.
TreeWIFI
Supongo que solo con el nombre de este encabezamiento ya te habrás quedado flipado. Lamento decepcionarte, pero no se trata de árboles que emitan señales WIFI. Sin embargo, podría decirse que el objetivo es más interesante.
Amsterdam ocupa uno de los puestos más bajos en la escala de calidad del aire de toda la Unión Europea. Esto ha llevado a protestas de los ciudadanos, sanciones por parte de la comisión europea y lógicos problemas de salud. Esta iniciativa llega para poner remedio a este problema, que como Amsterdam tienen otras muchas ciudades del mundo. Se trata de unos dispositivos que detectan la calidad del aire, y que se instalan en los árboles a modo de casita para pájaros. Si la calidad del aire es buena, el techo se ilumina de verde y emiten señal WIFI. Si la calidad es mala, pues no. Esto parece una tontada, pero conceptualmente es una mejora reseñable con respecto a la colocación de un dispositivo sin más. No sólo ayuda a las instituciones a saber más acerca de cómo combatir la polución monitorizando la actividad contaminante o sirve de casa para los pájaros, sino que premia positivamente las conductas poco contaminantes de los ciudadanos (domingos sin coche, uso del transporte público, disminución del límite de velocidad, etc).
Eco
La industria de los videojuegos hace tiempo que superó en beneficios a la del cine, y eso ya es decir mucho. Los más agoreros predicen la caída del cine, aunque yo no me lo acabo de creer. De hecho, la frontera que divide a los dos es cada vez más tenue. Encontramos videojuegos con un desarrollo muy cinematrográfico, y películas llenas de efectos especiales informáticos, personajes capaces de proezas videojueguiles y sagas interminables. Con esto quiero decir que, desde hace tiempo, los videojuegos entraron en la sociedad para quedarse, para formar parte de ella como en su momento hizo el cine. Nadie discute el valor cultural del cine. ¿Y el del videojuego?
Este tema daría para un post, aunque probablemente no en Goodbye, Mr. Burns. Sin embargo, abordé el tema porque Eco es el nombre de un videojuego ecologista que ha ganado recientemente el premio Best Game for Climate Challenge 2016. Eso existe, sí.
Con un entorno que recuerda a títulos como Minecraft, el jugador tendrá que construir su propia civilización en base a criterios de sostenibilidad. Fabricar con materiales naturales, cazar pero sin poner en peligro una especie e incluso instaurar leyes que protejan su propio ecosistema serán parte de una partida a Eco.
Tal vez por los medios con los que cuenta, Eco parece algo modesto comparado con los triple A, y tal vez por eso parece que está enfocado desde una perspectiva educacional. Pero sin embargo abre una puerta hacia un mundo hasta ahora poco explorado, en el que hacer las cosas bien por el medio ambiente se premia. A saber, ¿sería muy descabellado proponer un GTA con coches eléctricos?
The Ocean Clearnup
Tú, que eres ávido lector de Goodbye, Mr.Burns, sabrás que una de mis grandes debilidades es el mar. Pocas cosas me quitan el sueño, pero si he de enumerar un top ten, seguro que la canallada (por no emplear otra palabra más soez) que estamos haciéndole a nuestros océanos estaría entre las tres primeras. Estoy seguro de que si al Emperador Palpatine no se le hubiera ocurrido lo de la Estrella de la Muerte, se le habría ocurrido hacer esto a los mares de Alderaan.
Boyan Slat, un holandés de sólo 22 años, está desarrollando una máquina de limpieza masiva del océano. Como lo del Palpatine, pero al revés. El dispositivo es asombroso. Flota a lo largo de la costa y va creando una línea de costa artificial que recoge todos los residuos y los envía a la superficie. Recoge toda la basura y la arrastra hasta una torre donde se separan los diferentes componentes residuales y se clasifican, para ser enviados a plantas de reciclaje terrestres. Mirad las fotos: son impresionantes. Lo mejor del asunto es que el invento no requiere otras fuentes de energía que los movimientos de las propias mareas.
Vale, me estoy adelantando un poco. La máquina está en fase de prototipo, pero también es verdad que este mes ha sido lanzado uno a la costa holandesa. De ahí vienen las fotos. Si todo marcha bien, estaremos ayudando al mar a que cumpla el viejo dicho de “lo que al mar le damos, el mar nos lo devuelve”. Empecemos por ir limpiando la casa, que luego ya cambiaremos los muebles.
Señor Slat, ¡me cae usted bien!