No tenemos que irnos muy atrás en el tiempo para recordar que la agricultura era una labor más o menos común. Casi cualquiera con una porción de tierra era capaz de plantar patatas, zanahorias, coles o tomates. Personalmente, os contaré que mi propio abuelo estuvo labrando la tierra hasta literalmente el último de sus días. Aunque no era su profesión, tenía en propiedad una curiosa huerta que cuidaba con celo.
Cuando escuchamos a un niño decir que las zanahorias vienen del Lidl, nos preocupamos. Pero es lo que nosotros mismos, incluido yo, hemos propiciado. El éxodo masivo a las ciudades y el mantenimiento de una cadena de proveedores por parte de las grandes superficies a las que vamos a comprar comida nos aseguran comodidad. Y que si en algún momento vemos terreno arado, sea fruto de la casualidad. Y lo que es más triste: una actividad tan unida a nosotros como la agricultura, parece haber sido olvidada. Porque, siendo sinceros, ¿alguno de vosotros sabe plantar correctamente unas cuantas hortalizas en una pequeña parcela?
El movimiento emergente conocido como “Agricultura Urbana” va poco a poco haciéndose hueco en nuestra sociedad. Como si se tratara de una repentina revelación, nos damos cuenta de que esos solares que pueblan nuestras ciudades después de la caída de la burbuja de la construcción, tal vez sirvan para construir un pequeño huerto.
He seleccionado para vosotros cuatro vídeos que nos enseñan mucho sobre la reutilización de las plantas como recurso de bienestar en diferentes ámbitos, así como su impacto social y medioambiental.
Tal vez crear un huerto urbano o empezar a meter plantas haya sido algo que te haya rondado la mente. Sinceramente, espero que estas charlas te animen a descubrir el potencial transformador de las plantas y el efecto beneficioso que causa en nosotros.
Algo que siempre ha estado ahí, pero que decidimos olvidar.
Edificios saludables
El ponente de esta charla, un científico hindú diagnosticado con insuficiencia respiratoria crónica debido a la enorme contaminación de Delhi, desarrolló un proyecto de investigación por el que descubrió tres plantas de interior capaces de limpiar el aire. Voy a citar las plantas, y verás que tu ignorancia sobre botánica sale a la luz como hizo la mía, cuando te des cuenta de que, a pesar de ser plantas muy comunes, no eres capaz de reconocerlas. Ése es nuestro drama.
La Palmera de Areca, una de ellas, es capaz de eliminar el CO2 y transformarlo en oxígeno. Limpiando sus hojas cada semana, se calcula que cada persona necesitaría 4 plantas de apenas metro y medio para conseguir una depuración eficiente. Y sólo necesitan una exposición al exterior cada 3 ó 4 meses.
La Lengua de Tigre es más mística todavía. Es capaz de producir oxígeno durante la noche (por lo que suele ponerse en los dormitorios).
La tercera de la que se habla es el Poto, capaz de eliminar del aire el formaldehído, recientemente catalogado como de fuerte potencial cancerígeno, y otras sustancias químicas.
Con esta trinidad verde, el profesor acondicionó todo su edificio de trabajo. Después de realizar un estudio completo tras introducir las plantas, se concluyó que el consumo energético del edificio bajaba, que aumentaba la productividad de los trabajadores y que habían disminuido los problemas respiratorios, los dolores de cabeza y el asma en proporciones variables. Y lo más fuerte: cuando una persona permanecía en el edificio 10 horas, su tasa de oxígeno en sangre aumentaba hasta el 42%.
Da qué pensar.
En un pedazo de césped
Nos habla esta vez un jardinero del Sur de Los Ángeles, grandísimo orador, que consiguió plantar una pequeña huerta en un trozo de césped de 45x3m. Según sus palabras, la zona de la ciudad en la que vive está llena de tiendas de licor, comida rápida y solares en desuso. Con una tasa de obesidad preocupante, cinco veces mayor a la de Beverly Hills (a sólo 15km), considera South LA como un desierto alimentario. De hecho, da la cifra: 26,5 millones de estadounidenses viven en desiertos alimentarios. Terrible.
Decidido a luchar contra esa situación, creó su huerto junto a un grupo de jardineros. La ciudad lo vio mal en un principio, y tuvo que luchar contra una orden judicial que le obligaba a retirarlo. En una ciudad con 68km2 de terrenos baldíos, parecía un chiste.
La lucha burocrática se inclinó a su favor, y a partir de ese pequeño trozo de césped fue capaz de transformar todo el vecindario. Habla entonces de dos conceptos primordiales, que realmente son lo importante de la charla. El primero es el huerto como forma de economía. Cultivar tu propia comida es como imprimir tu propio dinero, sentencia. El segundo es todavía más importante: hay que hacer que este movimiento sea sexy para los jóvenes. Quiere gángsters jardineros, renegados con pala y semillas, ecolucionarios. Una charla que no tiene desperdicio, con un final simplemente genial.
Un bosque centenario en tu jardín
La siguiente charla tiene como protagonista a un empresario capaz de crear un bosque de árboles centenarios en sólo 10 años, en el espacio que quieras, utilizando métodos naturales. Su empresa crea bosques para fábricas, escuelas, granjas, hogares, complejos turísticos y zoológicos.
Su visión del papel de los bosques en el planeta no deja de ser dramáticamente cierta. Los bosques son lo que había antes en la superficie: antes de la acción del hombre. Hoy se ven como una zona apartada de todo, aislada. Su concepto no es otro que integrarlos en el entorno urbanístico de una vez por todas.
Su método de trabajo es casi poético. Primero estudian el suelo y lo convierten en suelo fértil si fuera necesario, añadiéndole biomasa e incluso turba para mantenerlo húmedo. Para dotar al suelo de nutrientes, en lugar de añadir artificiales, lo cargan de microorganismos que los producen de manera natural. A medida que estos microorganismos se multiplican, el suelo vuelve a respirar.
Luego determinan las especies a plantar recurriendo a una investigación que puede acabar en museos y bibliotecas para saber qué árboles eran nativos del lugar, y a continuación establecen el porcentaje de presencia de una u otra en el espacio dado. Una pasada.
En sólo un mes, las raíces de estos árboles penetran hasta un metro bajo tierra. En pocos años, un nuevo bosque vuelve a florecer.
Grafitis Verdes
Dejo para el final esta idea tan chula. ¿Hay grafitis en el Bronx? Claro. Cientos. ¿Y si creamos grafitis verdes? Un profesor que se declara ignorante en agricultura, pero que parece ir inflado de Monster, nos habla en este simpático vídeo lleno de ironía y golpes humorísticos. Decidió ponerse manos a la obra cuando descubrió que estaba harto de ver niños cada vez más gordos en las aulas, generación tras generación.
Educador en el Bronx, con la mayoría de sus alumnos viviendo bajo el umbral de la pobreza, desarrolló su revolución empezando en las aulas, plantando semillas con los chicos. La bola de nieve fue creciendo exponencialmente, y mezclando técnicas de agricultura con técnicas de aprendizaje individual, crearon la primera pared verde de NY.
Introduciendo técnicas de informática para el diseño, usando flores y colores de luces LED, crearon los primeros grafitis verdes, composiciones auténticamente bellas, que los llevó a construir algunas hasta para el Edificio Hancock o el Rockefeller Center.
Es muy curioso cómo a partir de una idea tan simple como plantar unas semillitas, los alumnos, académicamente atrasados y casi sin futuro, consiguieron matricularse en universidades, obtener un trabajo estable y crear la capacidad de transformar toda una comunidad rediseñándola con zonas verdes y agro. No tiene desperdicio.
Eso sí, dice una cosa muy importante que casi pasa desapercibida, tal vez por su a veces cruel verborragia: el movimiento verde empieza primero en el bolsillo, luego en el corazón y luego en la mente.